Déborah reconoce que, a pesar de todos sus esfuerzos, jamás podrá ganarse el cariño de Gabino y le promete alejarse de su vida para siempre. Sintiéndose una forastera hasta en su propio hogar, Marisol le ruega a Ángel irse lejos de San Agustín y dejar atrás todo el dolor que siente. David obedece las órdenes de Déborah y arruina la montura del caballo de Paloma sin importarle su embarazo. Furioso, Efraín le exige a Dionisio que le diga por qué lo señaló como responsable del envenenamiento del río en la hacienda de Déborah.